Cómo reconocer si tienes piel seca de verdad y cómo tratarla sin errores
Hay una frase que escucho casi a diario en consulta: “Tengo la piel seca y ninguna crema me funciona”.
Lo curioso es que, en la mayoría de los casos, esa sensación de sequedad no tiene nada que ver con una piel seca verdadera. Y cuando tratamos mal nuestra piel desde el inicio, lo más probable es que empeore.
Por eso, antes de lanzarte a comprar una crema nutritiva o buscar productos para hidratar, lo más importante es esto: entender qué le pasa realmente a tu piel.
¿Qué es la piel seca “de verdad”?
La piel seca auténtica es poco frecuente. Solo el 10% de la población tiene este tipo de piel, que se hereda genéticamente. Son personas que han tenido siempre una piel opaca, sin brillo, con poros tan cerrados que parecen invisibles.
Nunca han tenido granos, ni siquiera en la adolescencia. Este tipo de piel no produce lípidos ni grasa de forma natural, por eso tiende a estar tirante, incómoda, a veces incluso a descamarse o a envejecer antes si no se cuida bien.
Aquí sí que tiene sentido usar cremas con lípidos, como Triple Lipid Restore de Skinceuticals, una fórmula pensada para nutrir en profundidad sin obstruir. Esta es una de las pocas pieles donde las cremas densas y muy nutritivas realmente son necesarias.
Pero… ¿y si no tienes piel seca?
A menudo, confundimos otros estados o condiciones de la piel con piel seca. Una muy habitual es la dermatitis seborreica.
Si tu piel se descama en las cejas, el entrecejo o alrededor de la nariz, pero al mismo tiempo notas brillo en otras zonas de la cara y tienes caspa o picor en el cuero cabelludo, es probable que estés ante esta condición. Afecta a un 20% de la población y suele heredarse.
En este caso, si se usan cremas grasas, se va a empeorar la inflamación. La solución pasa por limpiar con suavidad y respetar la microbiota cutánea. Una opción recomendada es la Uriage DS Emulsión Calmante Reguladora, que ayuda a reducir las irritaciones, las escamas y las rojeces del rostro.
Otra piel que suele confundirse con la piel seca es la piel con rosácea o con tendencia a sensibilidad.
Es una piel que pica, se enrojece, se siente tirante, pero tiene el poro abierto y a menudo brotes de granitos. Aquí también el error más frecuente es intentar “calmarla” con cremas nutritivas que terminan por saturarla.
Para este tipo de pieles, lo mejor son tratamientos calmantes. Una opción efectiva es la Uriage Roséliane Crema Antirojeces, que limita los factores desencadenantes de la cuperosis/rosácea y protege el sistema vascular de la piel.
Luego tenemos la piel sensibilizada, esa que arde, escuece, se pela y parece estar seca, pero en realidad está pidiendo ayuda porque su barrera se ha roto. Esto puede ocurrir cuando estamos usando retinol, ácido glicólico, isotretinoína oral o tras un tratamiento con láser. Aunque la sensación sea parecida, no es una piel seca como tal, sino una piel irritada.
Aquí el objetivo es reparar, no nutrir. Una fórmula ideal para estos momentos es la que ayude a restaurar la barrera sin saturar la piel con lípidos que no necesita.
¿Y entonces, cómo se cuida la piel seca de verdad?
Si has llegado hasta aquí y estás segura de que tienes piel seca de base, genética, de la de verdad, la rutina cambia por completo. Hay que evitar los limpiadores agresivos y optar por texturas cremosas o aceitosas. Después, es fundamental aplicar una crema rica en lípidos (como os he dicho antes), que reponga lo que tu piel no produce. Y no olvides que hasta las pieles más secas deben protegerse del sol. La deshidratación y el fotoenvejecimiento van de la mano.
No todas las tiranteces, rojeces o descamaciones son piel seca. Antes de cambiar tu rutina o invertir en nuevos cosméticos, tómate un minuto para observar cómo se comporta tu piel, qué la empeora y qué la calma.