La semana pasada os publiqué un post donde hablábamos sobre las patologías más tratadas en dermatología estética en lo que llevamos de 2022.
Hoy vamos a hablar de los problemas dermatológicos que suelen aparecer en esta época del año.
¿Qué problemas dermatológicos aparecen en otoño/invierno?
Cada estación del año tiene sus pros y sus contras… Y es que el sol y las buenas temperaturas propias de la primavera y el verano consiguen mejorar muchas patologías cutáneas (dermatitis, xerosis, acné, psoriasis…) aunque, como contra, empeoran las alergias (sobre todo en primavera) y es la época del año con más probabilidad de que nos aparezca melasma, manchas…
¿Qué ocurre en otoño e invierno? Si bien es la época en la que podemos tratarnos con láser sin ningún problema (aunque ya os he comentado que, por ejemplo, el melasma también se puede tratar en verano, cuanto antes mejor). Sin embargo, es justo en otoño e invierno cuando más se agravan los problemas dermatológicos.
Es en otoño e invierno cuando nuestra piel disminuye las secreciones de sebo y la transpiración, haciendo que se reseque más de la cuenta.
El problema de la sequedad lo podemos ver por ejemplo en nuestras manos… como ya habéis podido comprobar este año que, entre el frío del invierno y el uso continuado del gel hidroalcohólico, nuestras manos están muy resecas, tirantes, se acentúan las arrugas e, incluso, se nos pueden agrietar de tal manera que nos salgan heridas…
¿Por qué sucede esto? Cuando la piel se reseca mucho, se ve comprometida su función barrera y deja de proteger frente a las agresiones externas. Cuanto más reseca esté nuestra piel, más susceptible de que aparezcan problemas y también irritación y picores.
Además, la humedad junto con las bajas temperaturas del otoño/invierno pueden empeorar las dermatitis seborreica y atópica, e incluso la rosácea.
¿Cómo podemos solucionar estos problemas?
Lo principal, para quienes tienen cualquiera de los problemas que he mencionado antes, es mantener una buena hidratación de la piel. La hidratación restaura la elasticidad de nuestra piel, la hace más fuerte y firme y aporta mejor aspecto.
Debemos cuidarnos desde dentro hacia fuera. Pero recordar que beber más agua no hace que llegue más hidratación a la piel, que es un error frecuente que escucho tanto a pacientes como a esteticistas.
Debemos beber el agua suficiente para nuestro organismo así como una dieta rica sobre todo en vegetales. Esto es general para que nuestra piel esté lo más saludable posible pero no va a influir directamente en el nivel de hidratación cutánea.
Ya os he dicho alguna vez que, para mantener nuestra piel hidratada, es necesario utilizar los productos adecuados a nuestro tipo de piel. Por ejemplo, lo que os voy a recomendar ahora es más para dermatitis atópica (pues es una de las patologías que más empeoran en invierno).
En el artículo de mi amiga la Dra Elia Roo sobre la importancia del agua en nuestra piel, nos explica que la ducha de agua no tan caliente o fría es estimulante para la piel, y a eso le debemos sumar productos adecuados a nuestro tipo de piel.
Lo ideal es que utilicemos algún gel de higiene sin detergentes y con un extra de hidratación ( me gusta mucho Xemose de Uriage). Y tras la ducha , debemos aplicar siempre hidratante.
Entiendo que en invierno da más pereza hidratarnos, porque tenemos frío y estamos desando ponernos la ropa, pero debemos hacer un esfuerzo, sobre todo en las zonas donde más nos deshidratamos , por ejemplo en mi caso las piernas por debajo de las rodillas ( me gusta Xemose hidratante también de Uriage).
Y, sobre todo, lo que más recomiendo es acudir a vuestro dermatólogo de confianza para que os ayude a tratar el empeoramiento de estas patologías, para que no vayan a más.