¿Sabes diferenciar los lentigos del melasma?
La semana pasada nos adentramos un poco en el mundo del melasma y sus tratamientos cosméticos, y muchos de vosotros llegáis a mi consulta con dudas entre melasma y léntigos. ¿Sabéis distinguirlos?
El melasma y los lentigos son dos tipos de hiperpigmentación de la piel que, aunque pueden parecer similares, tienen diferencias clave en cuanto a causas, distribución y tratamientos. Comprender estas diferencias es fundamental para elegir el tratamiento más efectivo y lograr una mejora significativa en la apariencia de la piel.
El melasma, también conocido como “paño” o “máscara del embarazo“, es una condición caracterizada por manchas oscuras simétricas que aparecen principalmente en la cara. Afecta con más frecuencia a mujeres que a hombres (aunque eso no quiere decir que a los hombres no les salga melasma) y se cree que está influenciado por cambios hormonales, como el embarazo o el uso de anticonceptivos, así como por la exposición solar.
Las manchas de melasma suelen ser más grandes y tienen bordes difusos, localizándose en las mejillas, la frente, el labio superior y la barbilla.
Por otro lado, los lentigos, comúnmente llamados manchas de sol o manchas de la edad, son pequeñas áreas pigmentadas que resultan de la exposición al sol a lo largo de los años.
A diferencia del melasma, los lentigos tienen bordes más definidos y pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo expuesta al sol, incluyendo la cara, manos, brazos y espalda. Afectan tanto a hombres como a mujeres y son más comunes a medida que se envejece.
¿Cómo tratar los lentigos y el melasma?
El tratamiento para el melasma y los lentigos varía según la condición.
Para el melasma, las opciones incluyen cremas tópicas con ingredientes como hidroquinona, ácido azelaico o tretinoína, que ayudan a aclarar las manchas. Los procedimientos dermatológicos como los peelings químicos, la microdermoabrasión y las terapias con láser también pueden ser efectivos. Es crucial evitar la exposición al sol y usar protector solar diariamente para prevenir la exacerbación del melasma.
Para los lentigos, los tratamientos se enfocan en eliminar o reducir la pigmentación y pueden incluir crioterapia (congelación de la lesión), láseres que apuntan a la pigmentación, y peelings químicos. Al igual que con el melasma, la protección solar es esencial para prevenir la aparición de nuevas manchas.